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sábado, 14 de noviembre de 2015

Se repite la historia de Betsabé


La trágica historia de la viuda de Vicente Puig, Gertrudis Romero, embarazada y nombrada azafata de la reina por orden de Fernando VII, guarda extraordinarias similitudes con la historia bíblica de Betsabé (libro II de los Reyes), víctima de su belleza ante el rey David, que se encapricha de ella y la deja embarazada, mandando carta al jefe militar de su marido, Urías, para que se asegure de que este muera en combate junto con otros que disimulen la orden del rey, indicándose por correo una versión falsa de su muerte. Tras el luto, David la hace venir al palacio tomándola por esposa.

David espía a Betsabé durante su baño. Lienzo de Francesco Hayez (1859)

Probablemente en esta historia se basó Alejandro Dumas para su obra adaptada en versión cinematográfica El hombre de la máscara de hierro, en la que el rey Luis XIV (interpretado por Leonardo DiCaprio) se libra de Raúl, prometido de Cristine, de modo similar a como sucedió con Urías, quedando Cristine a su merced y siendo nombrada dama de la reina. Dumas pinta una escena más romántica que la de la biblia, omitiendo lo escabroso que entonces pudiera resultar que los protagonistas estén casados y el rey cometa adulterio, quedando ella embarazada y surgiendo entonces la idea de matar al marido. Pero esto que obvia Dumas es precisamente lo reconstruido para Gertrudis Romero y Vicente Puig, que tan solo difiere del relato bíblico en la forma en que muere Vicente Puig, tan oscura que se recurre a falsificar su defunción.



Podría pensarse también que Dumas pudo inspirarse en la historia de Gertrudis Romero, que perviviría en la comidilla de la corte de Isabel II cuando el famoso escritor estuvo en España y asistió a la boda de la reina con su primo Francisco de Asís en 1846. El parecido de la historia de Gertrudis con las de Betsabé y Cristine no es tan extraordinario si se tiene en cuenta el nexo común de la voluntad suprema del rey que puede disponer de personas a su antojo sin importar despojarlas de su dignidad e incluso de su vida. El sacrificio de Gertrudis, con hijos dependientes a su cargo y sin otra opción que acatar al absoluto, dura nueve años, hasta que es caída en desgracia ante Fernando VII, quien tras negarle todo auxilio, se digna costear su entierro mediante oficio funeral secreto, quedando muy difíciles de explicar las circunstancias de esta muerte, sumida entre falsedades e incongruencias.

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